Dormir es una de las necesidades básicas del organismo y además de ser una necesidad, es un gran placer pues ¿a quién no le gusta dormir? Nada como un domingo para dormir hasta el mediodía o las ansiadas vacaciones de verano. Es que dormir nos revitaliza, nos da energía, nos renueva, nos relaja . Sin embargo, no es algo que podamos hacer en cualquier parte y uno de esos lugares en el que, en teoría, no deberíamos dormir es el trabajo. Las razones son obvias; no nos pagan por ir a dormir. Por más que suene absurdo, dormir en el trabajo tiene sus beneficios. La universidad de Michigan realizó un pequeño estudio con un grupo de trabajadores de una empresa en el que a la mitad de la jornada laboral, a un grupo de los trabajadores les fue concedida una pequeña siesta mientras que el resto continuó con su rutina. Una vez los que tomaron la siesta se reincorporaron a sus labores, le fueron asignadas tareas estresantes, al igual que al resto de sus compañeros de trabajo. Aquellos
Es un tema intrínseco para el ser humano; cuando nos sentimos desprotegidos o en situaciones de riesgo, la adrenalina pasa a ser el único raciocinio dominante en esos momentos, y claro, la defensa personal es una de las opciones más viables para dichas situaciones. El ser humano suele estar muy al tanto sobre cómo su entorno puede ser seguro para él, para ello tiene mecanismos que velan por su propia seguridad; los del estado, por ejemplo, son los policías y otros entes para salvaguardar la integridad del ciudadano, pero, muchos de nosotros solemos tener nuestras propios mecanismos de seguridad , ya sea en el hogar; con cámaras de vigilancia, cercado eléctrico o casas en circuitos residenciales cerrados, o alternativas más personalizadas; técnicas de defensa personal e incluso armamento. Todo esto responde a una condición innata del ser humano: el miedo a que algo malo pase , por eso, acudimos a medios para tener seguridad. Existe un lado controversial en la búsqueda de